Yojtzijon – Diálogos
Volumen 3, Año 2022

Las conmemoraciones son momentos de reflexión en los cuales se reescribe la historia o se diserta sobre cómo recordarla y cómo contarla; así como qué valor político se quiere dar a cada coyuntura de la historia, la nación y el Estado. Por eso, las conmemoraciones de primeros o segundos centenarios van cambiando de signo y de contenido, de acuerdo con ese imperativo narrador y los hechos que se quieren reescribir.
Las celebraciones históricas o conmemoraciones son fenómenos modernos, que anteriormente no correspondían a la historia sino al ámbito religioso o al calendario agrícola. En cambio celebraciones, como el descubrimiento de América, el día de la Raza, de la Hispanidad o el encuentro entre dos Mundos, obedecen a decisiones políticas que no son ni históricas ni historiográficas, para satisfacer un fin: reescribir la historia oficial o justificarla y, a su vez, olvidar ciertos acontecimientos que fueron incómodos para las elites de poder, por no querer recordar y eludir, por ejemplo, las sublevaciones indígenas, las rebeliones o los genocidios.
Las celebraciones tienen tres lógicas o intencionalidades: la de crear una conciencia de identidad nacional o regional; la de establecer una disputa entre diferentes fragmentos de memorias; y la de perseguir afanosamente la justicia, un anhelo de encontrar explicación de acontecimientos que fueron negados o encubiertos por las elites vencedoras; pero, sobre todo, abren a la historia un campo de reflexión sobre quiénes somos, de dónde venimos y a dónde queremos llegar.
Una conmemoración no es una celebración de las fiestas patrias del Estado ni de las hazañas de unos hombres concretos; tampoco es una fiesta cívica. Es más bien una reflexión colectiva de lo que debimos ser y no fuimos y de lo que queremos llegar a ser.