Yojtzijon – Diálogos
Volumen 4, Año 2023


No podemos dejar pasar por alto una fecha tan simbólica e importante para todos y todas las guatemaltecas, como es el XXV aniversario de los Acuerdos de Paz Firme y Duradera, firmados el 29 de diciembre de 1996. Todavía recordamos el ambiente de la plaza llena de ciudadanos, de Pueblos indígenas y de personalidades internacionales que nos acompañaron durante tantos años de lucha, represión y resistencia.

Si lo vemos desde otras ópticas, como hemos hecho en las Jornadas del Bicentenario, en las de la Generación del 20 o en la de los Pueblos indígenas y Estado cooptado, en lugar de centrarnos en el pasado, o en hacer un balance sobre si se han cumplido o no los Acuerdos, nos esforzamos en hacerlo con una visión y misión de futuro, veríamos que el contenido de esos acuerdos continúa vigente, está presente y con capacidad de resistencia en buena parte de las luchas actuales de los movimientos sociales y los Pueblos indígenas, las mujeres y los ciudadanos/as.

Hay que tener presente que la filosofía política de los Acuerdos de Paz fue: la profundización de la democracia representativa y participativa, la modernización de un sistema político y la ley de reforma electoral; así como la lucha contra el racismo y la discriminación por razón de etnia y género y la creación de mecanismos de participación interna, de fortalecimiento del poder local y del sistema de justicia. Todos ellos nos abrieron nuevos caminos para retomar los Acuerdos de Paz y resignificarlos con nuevas propuestas, como: la creación de una Asamblea Constituyente y la refundación del Estado y de la nación.

Muchas de esas propuestas ya estaban en los Acuerdos de Paz, hace 25 años, y nuestra responsabilidad, como sociedad civil y sociedad política, es continuar avanzando en el camino de un proyecto democrático incluyente, equitativo y justo; y buscar mecanismos de articulación para relanzarlos con motivo de una conmemoración que merece la pena celebrar y reflexionar para y sobre el futuro.