La obra de Marco Fonseca analiza la situación global como un período de transición crítica, similar a la que Antonio Gramsci describió como un “interregno” donde lo antiguo no termina de morir y lo nuevo no puede nacer.
Enfatiza la importancia de la teoría de la hegemonía de Gramsci, la cual explica cómo los grupos dominantes mantienen su poder no solo mediante la coerción, sino también a través de la construcción de consensos culturales, morales y políticos. Este enfoque es crucial en una era dominada por la globalización neoliberal, donde los discursos económicos predominantes se presentan como las únicas alternativas viables, ocultando otras posibilidades y suprimiendo disidencias.