Hace unas semanas tuve un desencuentro muy grande con una persona que apreciaba y confiaba en su cariño, en su recto pensar y obrar y en su ética personal. Se produjo un choque de lealtades e intereses y prefirió elegir la opción que indudablemente favorecía sus intereses, su ambición y su seguridad económica, frente a la opción que ella conocía que era la correcta y la que éticamente correspondía en ese momento. Cuando indagué en las causas de este comportamiento, inesperado para mí, que me produjo mucha decepción, desilusión e incluso enfado porque lo consideré una traición a años de amistad cariño y lealtad, su respuesta fue que ella tenía que estar con la persona que le pagaba porque si no de qué iba a vivir.
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