Finding Oscar trata sobre la búsqueda de justicia. El documental narra a través de diferentes testigos la masacre ocurrida en la aldea Las Dos Erres en Guatemala en 1982. En la matanza realizada por el ejército bajo el mando del general Efraín Ríos Montt murieron alrededor de 250 personas.
Las Dos Erres, ubicada en el departamento del Petén, fue fundada en 1978 como parte de un programa de distribución gratuita de tierras. A pesar de eso, la población rural, de mayoría indígena, vivía en la miseria más abyecta. Diferentes grupos se levantaron en armas contra la dictadura de Ríos Montt en los 80. En septiembre de 1982, guerrilleros de las FAR (Fuerzas Armadas Rebeldes) emboscaron un retén militar en un poblado aledaño a Las Dos Erres, asesinaron a 17 soldados y robaron 21 fusiles. La reacción del gobierno fue intensificar la ya de por sí fuerte presencia militar.
El ejército pidió a los campesinos de Las Dos Erres que los ayudaran a patrullar zonas aledañas. Ante la negativa de los habitantes, el ejército los acusó de proteger a los insurgentes. Con ese pretexto, el 6 de diciembre de 1982, cobijado por las tinieblas de la noche, un comando de Kaibiles (fuerzas de élite) atacó sin piedad. Despertando a golpes a los pobladores, encerraron a los hombres en la pequeña escuela de la aldea, a las mujeres en la iglesia, y a los niños de hasta doce años, los fueron lanzando uno a uno de cabeza a un pozo de 12 metros de profundidad. Durante el asalto que duró tres días, los campesinos fueron interrogados, torturados y fusilados; sus cadáveres echados también al pozo. Las mujeres fueron violadas y después lanzadas también al pozo. La aldea quedó reducida a cenizas. Tomó décadas descubrir los esqueletos de las víctimas. Como los militares se habían disfrazaron de guerrilleros cuando invadieron la aldea, el incidente se le adjudicó oficialmente a las FAR.
Finding Oscar narra los titánicos esfuerzos que familiares de los masacrados han realizado a través de los años para exigir a las autoridades que traigan a la justicia a los verdaderos responsables. El último eslabón de la cadena es precisamente el Óscar del título. El documental arranca en un pueblo de Massachusetts, en la humilde casa de Óscar Alfredo Ramírez, un inmigrante indocumentado guatemalteco de 34 años. Óscar no lo recuerda porque tenía tan sólo tres años, pero uno de los soldados que participaron en la matanza le salvó la vida al quedarse con él. Óscar creció creyendo que era hijo del teniente Óscar Ramírez, quien, al morir un año después en un accidente, lo dejó en manos de su madre. El niño creció rodeado de amor y teniendo una imagen idealizada de su supuesto padre.
Sara Romero, una oficial del ministerio público que a pesar de no contar con el apoyo de sus superiores perseveró con las pesquisas, fue la que descubrió el paradero de Óscar. Romero sabía que la revelación iba a ser traumática para Ramírez, quien vivía relativamente feliz en Estados Unidos; estaba casado y tenía tres hijos. Romero decide contactarlo de todas maneras dado que, como le explica en una carta, su testimonio es indispensable para comprobar que lo que militares involucrados y arrepentidos dijeron sobre la masacre, era cierto. Las autoridades guatemaltecas insistían en desestimar el caso.
El documental va intercalando escenas del presente con fotografías de Las Dos Erres antes de lo ocurrido. A pesar de la pobreza, los pobladores llevaban una vida tranquila y progresaban poco a poco. Es un gran acierto del director no narrar los hechos de antemano, sino ir desentrañando como un misterio el evento que se revela en su primer horror como un conjunto de osamentas recién descubiertas. La cámara nos va acercando poco a poco a un evento que sospechamos siniestro y cuya magnitud se nos va revelando en pequeñas dosis. Primero, observando el dolor de los familiares, y luego, a través de la confesión de dos soldados cuyo cargo de conciencia los lleva finalmente a hablar.
Por escalofriante que parezca, la masacre de Las Dos Erres no fue excepcional. Una comisión de la ONU calculó que se realizaron 629 masacres por el estilo durante los años de la guerra civil en Guatemala. Más de 250,000 civiles murieron en un conflicto que duró de 1960 a 1996. Del desfile de horrores que nos muestra Finding Oscar, lo más increíble es que las autoridades hasta la fecha, sigan siendo cómplices con su silencio.