10 MAYO EL LEGADO DEL VEREDICTO DE CULPABILIDAD DE RÍOS MONTT

by Pamela Yates


Gente en la sala del tribunal vitoreando el veredicto de culpabilidad contra el general Efraín Ríos Montt, un juicio sin precedentes para toda América, 10 de mayo de 2013. Foto: Daniel Hernández-Salazar de 
500 Años.

Hoy se conmemora el día en que el general Efraín Ríos Montt fue declarado culpable de genocidio contra el pueblo indígena de Guatemala y condenado a 80 años de prisión. Que este pequeño país construyera un caso hermético y creara un precedente legal para Guatemala, América Latina y el mundo, fue una gran victoria de los derechos humanos que hay que celebrar. Aunque más tarde las élites políticas y empresariales guatemaltecas pudieron anular el veredicto por motivos técnicos (no probatorios), y Ríos Montt murió antes de poder ser juzgado de nuevo, murió como genocida condenado. Como dicen en Guatemala, El veredicto está vigente.

Estuve en el juicio, filmando para nuestro documental 500 Años y nuestra serie web Dictador en el banquillo (que puedes ver en nuestra página de Facebook). Nuestra entrevista con Ríos Montt de 1982 formó parte de las pruebas forenses clave presentadas en el juicio que ayudaron a condenarlo. Cuando un periodista preguntó a Ríos Montt si recordaba haber sido filmado por mí en 1982, respondió: «No la recuerdo, pero ahora nunca la olvidaré».

Pedí a cinco guatemaltecos que estuvieron en el juicio, que testificaron, documentaron y escribieron sobre él, que nos dijeran lo que pensaban sobre su legado diez años después.

Nuestro cortometraje El Veredicto, el resumen del juicio (13 minutos):

POR KAXH MURA’L

Kaxh Mura’l es un defensor de los derechos humanos maya-ixil que actualmente busca asilo en Estados Unidos. 

10 años después, ¿cuál es el legado de haber Juzgado a Rios Montt por genocidio y crímenes de lesa humanidad?

La fecha que se logró la sentencia siempre será recordado como una fecha importante donde se dio un paso muy importante y muy grande para la búsqueda de la justicia. Donde muchos lloraron de alegría donde muchos celebraron que al fin se había hecho justicia por sus seres queridos que fueron asesinados, nosotros creemos que esa fecha le dio paz y tranquilidad al espíritu de nuestros difuntos y el Responsable no murió libre si no mas bien murió sentenciado y eso lo llevo en su conciencia que era el culpable del sufrimiento de miles de indígenas.

El pueblo de Guatemala y principalmente la población Ixil decidieron empezar esa historia una historia que abre camino para un proceso largo que busca empoderar a la población indígena para la búsqueda de la justicia para las víctimas del conflicto armado, hay muchos caminos que recorrer aun y, es importante mencionar que aunque los autores de esos crímenes siguen negando los hechos eso no quita que hay una sentencia sobre el caso por genocidio, hay una sentencia escrito en papel pero también hay una sentencia en la mente de los que sufrieron esos crímenes, el sistema puede borrar y manipular la sentencia en papel, pero eso no cambia la historia que está escrito con sangre y dolor en la vida de los miles de indígenas que sufrieron esas violencias.

Estamos convencidos que el principal responsable de los hechos murió sentenciado y eso le causa temor a los que patrocinaron esa guerra porque lo que se busca es que todos los responsables paguen por los crímenes cometidos contra una población marginado, discriminado y explotado históricamente.

En la actualidad la mafia y la corrupción siguen haciendo lo posible para hacer retroceder los avances logrados en Guatemala en la búsqueda de la justicia, el sistema de justicia de Guatemala está cooptado por las mafias y operan en total impunidad, nos preocupa que en esta temporada de elecciones de autoridades el tribunal supremo electoral han rechazado la inscripción de  los candidatos del pueblo y han aceptado la inscripción de candidatos implicados en muchos casos de corrupción y tal como es el caso de Zury Rios la hija de un Genocida, la mafia de Guatemala esta obligando a la población Guatemalteca a aceptar esos candidatos corruptos.

POR IRMA ALICIA VELÁSQUEZ NIMATUJ 

Irma Alicia Velásquez Nimatuj es periodista, antropóloga social, autora, académica y portavoz internacional. La Dra. Velásquez Nimatuj es la primera mujer Maya-K’iche ‘en obtener un doctorado en Antropología Social e inició el caso judicial que hizo ilegal la discriminación racial en Guatemala. 

El legado del juicio en contra de el general José Efraín Ríos Montt, por genocidio en contra del Pueblo Maya-Ixil, es haber mostrado que cuando el sistema de justicia es independiente es capaz de materializar un principio universal de la justicia que dice que nadie, sin importar su estatus social, su origen racial, el cargo que ostenta o que posea cualquier otro privilegio No está por encima de ley. Las y los sobrevivientes del  genocidio Ixil legaron a todos los pueblos indígenas del mundo el ejemplo de que es un deber histórico juzgar a sus torturadores porque eso dignifica la vida de sus pueblos.

POR MARTA CASAUS ARZÚ

La Dra. Marta Casaús Arzú es doctora en Ciencias Políticas y Sociología, y fue perito en el juicio por genocidio. Es autora del clásico Guatemala: Linaje y racismo sobre el fenómeno del racismo y la discriminación hacia los mayas en su país. 

Yo creo que la Sentencia en contra del General Ríos Montt y Rodriguez Sánchez,  que cumple 10 años de haber sido dictada, el 10 de mayo del 2013,  marcó un hito en la historia del derecho penal en Guatemala y de la jurisprudencia internacional y supuso un parteaguas en la historia de Guatemala y una lección de ciudadanía para la sociedad de Guatemala, porque  permitió, por primera vez en siglos y décadas, que los hombres y mujeres mayas y mestizo ladinos, que habían sufrido durante siglos la violencia y el racismo indiscriminado y que, durante el conflicto armado, habían sido objeto de graves violaciones a los derechos humanos, podían contar su historia, ser escuchados a nivel nacional e internacional, renegociar sus memorias y condenar a un militar responsable de genocidio y crímenes de deberes de la humanidad a 80 años de cárcel por genocidio y por crímenes de deberes contra la humanidad.

Fue una sentencia impecable y ejemplarizante a nivel nacional e internacional que sin duda ya se estudia como una pieza maestra de la jurisdicción internacional y ha servido de modelo para otros casos.

Voy a intentar analizarlo desde 3 o 4 perspectivas para que se pueda valorar la importancia y la huella que esta sentencia produjo en los ámbitos jurídico, político, social y psicológico y en todos los que tuvimos la oportunidad de participar en el proceso en calidad de perito, en mi caso.

A mi juicio, a nivel jurídico y judicial, uno de los éxitos de esta sentencia, no solo estuvo en su preparación y en su transparente gestión y ejecución firme y decidida por parte de la jueza Jazmín Barrios y de los otros jueces,  y a la coordinación de los fiscales y abogados  de los testigos, a pesar de las trabas y obstáculos que desde primer momento tuvieron, sino en el hecho de que fuera el juicio y la sentencia se diera en el ámbito del código penal Guatemalteco, evitando  de esa manera, todas las presiones internacionales de las potencias, para evitar una condena por Genocidio.

Esa argucia jurídica, unido al hecho de cambiar el término de la definición de genocidio de, “con la intención de”, por, la de con el propósito de, así como cambiar el término crímenes de lesa humanidad por el de deberes contra la humanidad me parecieron tres elementos claves que no han sido suficientemente analizados ni valorados y que dieron mucho mayar fundamento a la sentencia.

Desde la perspectiva política, uno de los mayores legados de la Sentencia por Genocidio fue poner de manifiesto los horrores que habían vivido miles de víctimas y sobrevivientes y que sus voces se escucharan a nivel nacional e internacional y sobre todo que los hombres y mujeres mayas, que habían permanecido en el anonimato, en silencio, asustados y acosados por sus perpetradores, reocuparan su voz, contaran su historia y  renegociaran una memoria histórica que había sido silenciada, negada e invisibilizada por la historia oficial y desconocida por miles de ciudadanos/as que habían visto el conflicto armado como algo lejano. El hecho de que se impartiera justicia para los miles de afectados y se sentara jurisprudencia, fue un hecho de  un valor inapreciable.

Solo el hecho de haber logrado por unos años, el cambio la correlación de fuerzas políticas, en relación a la justicia, ya fue un hito histórico, en un país dominado por el sojuzgamiento y la subalternidad. Solo el hecho, por primera vez en la historia del país, de sentar  al alto mando, a la oligarquía, en el banquillo, ya fue un hito histórico, pero también lo fue, el haber forzado a las clases medias y a los intelectuales timoratos a que tomaran una posición a favor o en contra de unos hecho que resultaron contundentes y evidentes y que no pudieron ser cuestionados ni negados por los abogados defensores.

El juicio por genocidio, desnudó a todos los actores políticos y los puso contra las cuerdas, y  a muchos sectores que desconocían o no querían ver la magnitud de la tragedia del  país, los obligó a tomar partidos y por primera vez, se cuestionó la historia oficial y  condenó y responsabilizó a las perpetradores de la violencia y de la violación de los derechos humanos, a varios años de prisión sentando un precedente para otros juicios posteriores.

Políticamente el sentar al general Ríos Montt en el banquillo y a su jefe de inteligencia Rodríguez Sánchez e indirectamente, acusar a buena parte del ejercito y del Alto Mando de la responsabilidad de dichos actos, marcó un antes y un después y como consecuencia de éste juicio histórico, el Estado y sus aparatos ideológicos, por un periodo de varios años, dejaron de ser “propiedad de la oligarquía y de los militares” para convertirse en un Estado que impartía justicia para todos y incluyendo las voces de todos los que habían estado involucrados en el conflicto armado,  a las organizaciones guerrilleras, que también fueron inculpadas por crímenes de guerra y de lesa humanidad.

El general Efraín Ríos-Montt y sus abogados tras escuchar el veredicto de culpabilidad por genocidio y crímenes de lesa humanidad el 10 de mayo de 2013. Foto: Daniel Hernández-Salazar de 500 Años.

A nivel social, el racismo histórico- estructural del país en contra de los pueblos indígenas se exacerbó y se extendió al conjunto de los sectores medios y de los jóvenes urbanos, que influidos por los medios y las redes negaron los hechos y culpabilizaron a “los indios” y a los comunistas y a las ONGs, de la invención de las masacres y del genocidio. Los artículos negacionistas y las opiniones en las redes en contra de cualquier articulista o comentarista maya y peor si era mujer, se exacerbaron al máximo. Sin embargo, para otro sector de la sociedad, el destapar una historia desconocida y encubierta por todos, negada por el Alto Mando y la oligarquía y algunos intelectuales y políticos al servicio las clases dominantes, les sirvió de revulsivo y de toma de conciencia de lo que había supuesto el conflicto armado interno y les permitió conocer los efectos tan nocivos que había tenido esa guerra soterrada y encubierta para el conjunto de la población, especialmente para las comunidades mayas que lo habían vivido y principalmente para las mujeres mayas que sufrieron violaciones públicas y sistemáticas, como parte del protocolo de la contrainsurgencia.

El mismo proceso del juicio en donde coincidieron jueces, fiscales, abogadas, ONGs, testigos, sobrevivientes mayas y ladinos, sectores rurales y urbanos, creó nuevos espacios de sociabilidad entre ellos y nuevos espacios de diálogo y negociación, que han permitido, hasta la actualidad, crear una nueva base social ciudadana, mas crítica y reflexiva, que respeta y reconoce la pluralidad y la diversidad cultural, como un aporte y que sin duda va a ser la base sobre la que se va a organizar las manifestaciones en contra del presidente Otto Pérez Molina y de su gobierno y sobre la que se está fundamentando toda la oposición y resistencia en contra del Pacto de corruptos.

Sin duda, a 10 años del juicio por genocidio en contra del General Efraín Ríos Montt, y la acusación por genocidio y crímenes de lesa humanidad, a pesar de su anulación posterior, dejó una huella imborrable a nivel nacional e internacional y abrió el camino de otros juicios que continuaron retomando toda la metodología y fundamentación anterior, lo que contribuyó a dictaminar nuevos juicios como el de ex jefe de inteligencia Jose Mauricio Rodríguez Sánchez, en donde a pesar de su absolución, toda la doctrina y los principios que sustentaron el juicio contra Ríos Montt se mantuvieron y sentaron jurisprudencia, así como las condenas firmes de Sepur Zarco, el de Molina Theyssen o el de las mujeres Achi.

Tal vez lo más importante de éste juicio, es que marca un camino irreversible en donde a pesar de las anulaciones, obstáculos y negaciones, a pesar de intentar seguir negando el genocidio e intentar liberar y sacar de la cárcel a los perpetradores de estos crímenes de lesa humanidad, la lección ya está dada y las sentencias son firmes e irreversibles y sobre todo, se evidenció la disputa por la memoria de los diferentes Pueblos mayas y actores sociales que pudieron contar su historia, recuperar su memoria y que se hiciera justicia, para que nunca más vuelvan a suceder estos hechos que tanto dolor y sufrimiento han dejado en la población civil más indefensa que fue declarada por el ejercito como “enemigo público”.

POR DANIEL HERNÁNDEZ-SALAZAR

Daniel Hernández-Salazar es un fotoperiodista guatemalteco que ha creado un archivo de imágenes fundamentales para la memoria histórica de Guatemala. También es un fotógrafo de bellas artes que ha expuesto en museos y galerías de Guatemala y de todo el mundo. 

Desde el asesinato de Monseñor Juan Gerardi en abril de 1998, Guatemala comenzó otra caída hacia las obscuridades de la impunidad y la injusticia. Al principio lenta, se vio acelerada a partir del claro veredicto de culpabilidad, dictado en contra del fanático y simbólico militar, Efraín Ríos Montt el 10 de mayo de 2013. Entonces, instigadas por su hija Zury, las fuerzas que gobiernan tras bambalinas, movieron influencias, amenazaron y presionaron hasta lograr que la Corte de Constitucionalidad ordenara retrotraer el juicio hasta el inicio, con la esperanza de que Ríos Montt muriera antes de ser encontrado culpable de nuevo, lo cual sucedió en 2018. Si no lo hacían, tras él caerían ellos, los verdaderos culpables, los que dieron las órdenes. Criollos miembros de la oligarquía, y sus sirvientes militares que reprimieron y eliminaron a los que llamaron “el enemigo interno”, aplicando ferozmente una doctrina de seguridad nacional, bajo la cual implementaron planes de campaña militar de “tierra arrasada”.

Todo indica que Guatemala está condenada a un destino controlado por la élite económica. Ese juicio a Ríos Montt y los acuerdos de paz parecen ahora espejismos de democracia. Ambos procesos fueron hitos en nuestra historia reciente. Parecieron rayos de luz y esperanza que nos hicieron creer que podíamos construir un futuro distinto. Poco nos duró la alegría. Era obvio. Fuimos ilusos.

Como fotógrafo y documentador, considero mi trabajo como una contribución a la sociedad, por lo cual me dediqué a documentar el juicio. Las imágenes que logré, resumen de forma simbólica lo que ese proceso fue y representó para la historia de este país y su jurisprudencia. Son un testamento y homenaje para las víctimas, y los protagonistas de la búsqueda de justicia por la barbarie ocurrida en nuestro país. Es además, una forma de resistir hasta que pase el vendaval de impunidad. 

POR ANDREA IXCHIÚ

Andrea Ixchíu es una líder maya k’iche’, periodista, estudiante de Derecho, activista de derechos humanos y friki confesa experta en seguridad en Internet. Fue la mujer más joven elegida líder tribal en su comunidad del altiplano, donde, como Presidenta de la Junta de Recursos Naturales, se encargó de proteger su bosque ancestral de Totonicapán de las incursiones de la industria extractiva.  

«El juicio por genocidio es un recordatorio de que la desigualdad, el autoritarismo y violencia que padecemos hoy en Guatemala tiene raíces viejas. Este juicio fue un hito en el mundo, no solo por haber sido el primer intento de un tribunal guatemalteco en juzgar un crimen de esa magnitud, sino sobre todo por la carga política que tiene en un país racista como Guatemala, que miembros de comunidades indígenas lograran justicia en medio de un sistema corrupto y donde reina la impunidad.

Este proceso evidenció sobre todo que los problemas estructurales del país siguen latentes y que hay sectores responsables de la violencia de antaño, empresarios y militares que siguen negando la magnitud de la violencia que provocaron y que, sobre todo, se niegan a asumir las consecuencias de sus acciones. Este juicio además, fue una lección de lucha, de dignidad y de valentía del Pueblo Maya-Ixil para el mundo.» 

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